Como escribo

¡Hola de nuevo! Aquí me tenéis un mes más dando guerra en el blog. Esta vez os traigo una parte de mi faceta como escritora que casi nunca se ve en redes. El dicho «cada persona es un mundo» también se aplica en la escritura y es por eso que me gustaría tratar el tema en el blog. Por eso y porque hace tiempo me pidieron que hablara de mi particular forma de escribir. Yo la tengo asimilada como algo normal (he aprendido a lo largo de los años qué me funciona y qué no), por lo que no me paro a pensar mucho en ello. Pero me he encontrado que mi manera de trabajar sorprende, así que voy a desgranar, o intentarlo, mi proceso creativo y hablaros de como escribo.

Antes de nada, quería comentar que no trabajo de la misma manera si lo que tengo que escribir es un relato o una novela, no me voy a detener en este aspecto porque me gustaría hacer una entrada especial para ello. Por lo que cuando habla de escritura, me voy a centrar, sobre todo en textos largos (novelettes y novelas).

Diferentes historias, diferentes formas de abordarlas

Si echo la vista para atrás, me doy cuenta de que casi nunca sigo el mismo proceso creativo. Es cierto que suelo seguir un mismo patrón (casi siempre surge uno o varios personajes y yo tengo que desgranar todo sobre él o ella y su alrededor), pero al final cada historia me pide una manera de trabajar.

Hay veces en las que empiezo de una idea de lo que quiero contar en lugar de con un protagonista. En otras ocasiones aparece el personaje (con su nombre y su aspecto) y tengo que averiguar dónde se encuentra y cómo es. Hay novelas, como en ‘El último de los thaûrim’, en las que este aparece de golpe con su historia y el momento exacto en el que aparece en ella (Vaalir y su regreso en el capítulo 1 de la novelette o Magog y su aparición en ese mismo capítulo). En casos más extraños tengo una imagen muy concreta de una escena, con unos personajes específicos y tengo que investigar quiénes son, qué ocurre y dónde están. Hay escritos en los que tengo muy claro los momentos clave por los que va a pasar el/los protagonista/s (como me ocurre con el Proyecto Cuervo). También me ha ocurrido que solo sé el final y tengo que construir la trama a su alrededor o que empiezo a escribir sabiendo solo la premisa inicial y el género (como en el Proyecto Buzón).

24 horas al día, 7 días a la semana

Normalmente, los escritores aprovechamos los tiempos muertos para darle vueltas a las historias que tenemos en la cabeza. Un viaje en metro, en autobús o incluso la espera en la consulta pueden ser buenos momentos para trabajar en una novela.

En mi caso me he dado cuenta de que, aunque creo que desconecto, no lo hago realmente o, al menos, no del todo. Cuando estoy a otras cosas hay veces en las que mi cerebro hace clic en un segundo plano y se me ocurre algo de un proyecto. Sobre todo si tengo música puesta (esta me inspira muchísimo).

¿Orden? ¿Qué es eso?

Lo bueno que tienen los escritores mapas es que, como tienen todo planificado y saben lo que va a pasar, pueden decidir qué escribir en qué momento. Yo hago lo mismo, salvo que no soy mapa, sino brújula. ¿Y cómo es posible semejante locura? Pues por la simple razón de que mis historias se desarrollan alrededor de los personajes. Como en la mayoría de los casos conozco los puntos por los que va a pasar y la evolución que tendrá, escribo lo que quiero en ese momento, ya sea una escena de acción, una de drama, una romántica…

Llevo muchos años escribiendo y me he dado cuenta de que si intento escribir de forma lineal, se me notan las prisas por llegar a la escena que quiero contar, así que he aprendido que lo mejor es contarla y luego ver dónde la encajo. Por eso mis documentos están llenos de trocitos (todos presentes en mi cabeza) que luego tengo que localizar y mover al sitio exacto en el que van. Se podría decir que hay un orden dentro de mi propio caos.

Escribir para conocer a los personajes

Muchos escritores hacen ejercicios en los que ponen a sus personajes en distintas situaciones y en distintos escenarios, muchas veces ni siquiera en su propio mundo. Son ejercicios que ayudan a conocer a los personajes, ver cómo reaccionan, saber de qué punto flaquean. Yo he probado esta técnica, pero no termino de sentirme cómoda con ella.

Lo que realmente me funciona mejor es escribir escenas dentro de la propia novela. Escena que se me ocurre que puede encajar y que me gusta, escena que plasmo en el papel. Sin embargo, una parte de esas escenas no tienen cabida en la historia. ¿Y por qué lo hago? Porque me permite conocer a los personajes en su propio entorno, con ellas los entiendo y comprendo sus motivaciones, sus dudas, etc.

Cuando la novela va tomando forma, tengo que tomar la decisión de qué dejar en el texto final y que quitar, pero no es trabajo perdido porque a mí me ha servido para desarrollar la psicología del personaje. Además, no elimino por completo lo que creé, sino que abro un documento paralelo que se suele llamar «Trozos + el nombre del proyecto» y ahí pego todo lo descartado. De esa manera, si en algún momento quiero rescatar algún pedazo, un diálogo concreto que encaja en otro sitio o incluso alguna descripción, lo tengo ahí.

Siempre habrá tiempo de revisar y volver

Si una cosa he aprendido con los años es que me siento más cómoda escribiendo sin mirar atrás. Es cierto que en ocasiones me detengo a revisar el texto. Veo si he conseguido expresar lo que quería, le doy una vuelta y le añado más detalles o más narración. Y si lo necesito dejo algún comentario o señalo alguna palabra o frase con colores para avisar a la Cris del futuro de que eso hay que revisarlo con detenimiento. Hecho esto, continúo con la historia. De esta forma no pierdo el ritmo de escritura y la historia avanza, por lo que cuando acaba la sesión de escritura me siento mejor. Mi filosofía es que si tienes algo escrito, siempre hay tiempo para revisar y volver sobre él.

Los que han leído algunos textos míos sin revisar saben que no me detengo por no saber el nombre de algún objeto, persona o lugar; o por no encontrar la palabra exacta para definir lo que quiero en ese momento. Como brújula que soy, hay determinados detalles que desconozco cuando escribo, por eso me dejo indicaciones (que en la mayoría de los casos son unas simples equis mayúsculas que llaman la atención) para hacerlo más adelante. Si me atasco por una nimiedad y no continúo, me puedo bloquear, así que siempre tiro hacia delante.

Escucho a los personajes. Busco lo que necesita la historia

Me han dicho en más de ocasión que tengo facilidad para hacer giros sorprendentes. No sé cuánto de cierto hay en esa afirmación. Solo sé que lo que yo hago es escuchar a los personajes. Ellos son el alma de mis historias, por lo que me dejo guiar por sus sentimientos, sus reacciones… En algunas ocasiones (ya que no puedo hacerlo en todas), establezco los puntos importantes de la trama en función de su evolución o de los momentos por los que van a tener que pasar. Y si tengo dudas con respecto a alguna escena siempre me pregunto si la quiero dejar en el borrador porque me gusta o porque es lo que lo pide un personaje.

¿El problema de esto? Que la mayoría de veces me deja descolocada y lo poco que podía tener planeado, cambia. Pero no me aterra esa incertidumbre. Cuando siento que es lo que necesita la novela (y los protagonistas), sé que voy por buen camino.

No tengo miedo a ningún formato (relatos, novelettes, sagas, etc.)

Ser brújula no debería ser ningún problema a la hora de crear, ya sean relatos, novelettes o novelas. Ni siquiera para hacer sagas. Es cierto que al escribir sin una planificación, tenemos que reescribir más y revisar el triple, pero nada es imposible, así que que nada te frene.

Mi proyecto principal (el Proyecto Cuervo), que ahora mismo está parado por falta de tiempo, empezó siendo una novela autoconclusiva y ahora es una trilogía. Y estoy segura de que en un futuro escribiré más sagas porque las historias crecen a mi alrededor, se vuelven más complejas, reclaman páginas y páginas y yo no puedo decirles que no. Así que si eres brújula como yo y quieres escribir historias largas, que nada te frene.

Y con esto doy por concluida esta entrada tan extensa sobre cómo escribo. Espero que no se haya hecho muy pesada y que os haya gustado. En la próxima entrada hablaré de las diferencias entre escribir una novela y un relato.

Me encantaría que me dejarais en comentarios vuestra forma de trabajar. Si se parece o no a la mía. Soy todo oídos (u ojos, en este caso). ¡Os leo!

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